Uno de los grandes misterios de ese tiempo oscuro que llamamos Prehistoria es el de las construcciones megalíticas.
Al noreste de Antequera se encuentra uno de los mejores y más conocidos exponentes del megalitismo español, el conjunto dolménico de Menga, Viera y el Romeral.
En menos de tres kilómetros se nos representan tres tipos de dólmenes: de galería el dolmen de Menga, de corredor el de Viera, y de falsa cúpula o "tholo" el del Romeral. Esta concentración es señal inequívoca de la importancia y sacralidad que esta tierra debió tener durante el extenso tiempo que debió mediar entre la construcción del más antiguo, tosco y ciclópeo que es Menga, y la del más moderno y refinado, de influencia oriental, que es el Romeral.
El Dolmen de El Romeral fue construido entorno a 1800 a. C., en el periodo denominado Eneolítico o Calcolítico Superior. Descubierto en 1905 por los hermanos Viera y restaurado en 1940. Es un dolmen de corredor, por el largo pasillo de entrada que mide 23'50 metros de longitud, de forma trapezoidal, que nos lleva a desembocar en una primera gran cámara sepulcral, seguida de otro pequeño corredor que nos lleva a desembocar en una segunda cámara utilizada para las ofrendas en el culto a los muertos.
Hay que tener en cuenta que toda la piedra utilizada en los Dólmenes la extraían de una cantera en el Cerro de la Cruz, situada a un kilómetro de distancia de Menga y Viera y a unos dos kilómetros de El Romeral. En Menga y Viera destaca la utilización de los grandes bloques de piedra. El traslado de éstos suponía un esfuerzo enorme (180 toneladas la última cobija del techo en Menga), muchos de los cuales llegaban fracturados a su lugar de emplazamiento y el esfuerzo se hacia en vano. Pues bien, aquí viene la primera gran innovación técnica en El Romeral y fue la utilización del aparejo pequeño en lugar de los grandes bloques, la utilización de lajas de piedra en aproximación de hiladas unas sobre otras unidas únicamente con una mezcla de barro y cal, así se constituyeron los muros del corredor y las cámaras.
La forma de construcción era la siguiente: se hacían primero las zanjas laterales sobre las que se iban levantando los muros, se llenaba todo de arena y se colocaban las cobijas superiores rodadas, seguidamente se vaciaba de arena y se cubría todo el túmulo para evitar las inclemencias del tiempo. La forma trapezoidal del corredor no es un hecho aislado sino que ya los constructores intentaron dar el cerramiento superior, pero llegaba un momento en que las hileras de piedra se caían porque no conocían todavía el arco y por eso tuvieron que colocar grandes cobijas o bloques de piedra para el cerramiento superior pero de mucho menor tamaño que en Menga.
De este corredor llegamos a otra de las innovaciones como es el uso de una de las primeras puertas adinteladas que se conocen, con las jambas a los lados y el dintel superior, puerta de entrada a la cámara sepulcral en la cual su bóveda es el primer ejemplo de verdadera arquitectura que conocemos en toda Europa. Es considerada de falsa cúpula porque fueron dando toda la circunferencia a la bóveda mediante la aproximación de hiladas de piedra hasta que llegaba un momento en que no podían continuar, por lo que el cerramiento superior lo constituye un enorme monolito de piedra. Esta primera sala era la de enterramiento colectivo, en posición fetal, sólo de los jefes y guerreros de la tribu. Se trata de una sociedad jerarquizada, sólo así se explica la dirección para la construcción de estos grandes lugares de enterramiento.
De esta gran sala de dimensiones impresionantes para la época, desembocamos en un pequeño pasillo que nos conduce a una segunda cámara de dimensiones menores utilizada para las ofrendas en los rituales del culto a los muertos. En ésta se sitúa un gran bloque de piedra a unos 30 centímetros sobre el suelo a modo de altar, bajo el cual se encontró parte del ajuar funerario, casi todo fue expoliado, sólo se conservan algunos restos de huesos humanos y animales, algunos cascotes de las vasijas de barro utilizadas para las ofrendas de carne y vino y algunos restos de hachas. El tipo de construcción de esta segunda sala es el mismo, aproximación de hiladas de piedra y cerramiento de la falsa cúpula con gran monolito de piedra.
Por todo este conjunto de innovaciones técnicas el Dolmen de El Romeral no debería quedar en un segundo plano sino al mismo nivel por su complejidad técnica y lo impresionante de sus dos cámaras sepulcrales, todo en sí un conjunto majestuoso y misterioso. Desde aquí invito a todos los antequeranos y demás visitantes a conocer este gran monumento que tenemos la suerte de poder disfrutar.
Al noreste de Antequera se encuentra uno de los mejores y más conocidos exponentes del megalitismo español, el conjunto dolménico de Menga, Viera y el Romeral.
En menos de tres kilómetros se nos representan tres tipos de dólmenes: de galería el dolmen de Menga, de corredor el de Viera, y de falsa cúpula o "tholo" el del Romeral. Esta concentración es señal inequívoca de la importancia y sacralidad que esta tierra debió tener durante el extenso tiempo que debió mediar entre la construcción del más antiguo, tosco y ciclópeo que es Menga, y la del más moderno y refinado, de influencia oriental, que es el Romeral.
El Dolmen de El Romeral fue construido entorno a 1800 a. C., en el periodo denominado Eneolítico o Calcolítico Superior. Descubierto en 1905 por los hermanos Viera y restaurado en 1940. Es un dolmen de corredor, por el largo pasillo de entrada que mide 23'50 metros de longitud, de forma trapezoidal, que nos lleva a desembocar en una primera gran cámara sepulcral, seguida de otro pequeño corredor que nos lleva a desembocar en una segunda cámara utilizada para las ofrendas en el culto a los muertos.
Hay que tener en cuenta que toda la piedra utilizada en los Dólmenes la extraían de una cantera en el Cerro de la Cruz, situada a un kilómetro de distancia de Menga y Viera y a unos dos kilómetros de El Romeral. En Menga y Viera destaca la utilización de los grandes bloques de piedra. El traslado de éstos suponía un esfuerzo enorme (180 toneladas la última cobija del techo en Menga), muchos de los cuales llegaban fracturados a su lugar de emplazamiento y el esfuerzo se hacia en vano. Pues bien, aquí viene la primera gran innovación técnica en El Romeral y fue la utilización del aparejo pequeño en lugar de los grandes bloques, la utilización de lajas de piedra en aproximación de hiladas unas sobre otras unidas únicamente con una mezcla de barro y cal, así se constituyeron los muros del corredor y las cámaras.
La forma de construcción era la siguiente: se hacían primero las zanjas laterales sobre las que se iban levantando los muros, se llenaba todo de arena y se colocaban las cobijas superiores rodadas, seguidamente se vaciaba de arena y se cubría todo el túmulo para evitar las inclemencias del tiempo. La forma trapezoidal del corredor no es un hecho aislado sino que ya los constructores intentaron dar el cerramiento superior, pero llegaba un momento en que las hileras de piedra se caían porque no conocían todavía el arco y por eso tuvieron que colocar grandes cobijas o bloques de piedra para el cerramiento superior pero de mucho menor tamaño que en Menga.
De este corredor llegamos a otra de las innovaciones como es el uso de una de las primeras puertas adinteladas que se conocen, con las jambas a los lados y el dintel superior, puerta de entrada a la cámara sepulcral en la cual su bóveda es el primer ejemplo de verdadera arquitectura que conocemos en toda Europa. Es considerada de falsa cúpula porque fueron dando toda la circunferencia a la bóveda mediante la aproximación de hiladas de piedra hasta que llegaba un momento en que no podían continuar, por lo que el cerramiento superior lo constituye un enorme monolito de piedra. Esta primera sala era la de enterramiento colectivo, en posición fetal, sólo de los jefes y guerreros de la tribu. Se trata de una sociedad jerarquizada, sólo así se explica la dirección para la construcción de estos grandes lugares de enterramiento.
De esta gran sala de dimensiones impresionantes para la época, desembocamos en un pequeño pasillo que nos conduce a una segunda cámara de dimensiones menores utilizada para las ofrendas en los rituales del culto a los muertos. En ésta se sitúa un gran bloque de piedra a unos 30 centímetros sobre el suelo a modo de altar, bajo el cual se encontró parte del ajuar funerario, casi todo fue expoliado, sólo se conservan algunos restos de huesos humanos y animales, algunos cascotes de las vasijas de barro utilizadas para las ofrendas de carne y vino y algunos restos de hachas. El tipo de construcción de esta segunda sala es el mismo, aproximación de hiladas de piedra y cerramiento de la falsa cúpula con gran monolito de piedra.
Por todo este conjunto de innovaciones técnicas el Dolmen de El Romeral no debería quedar en un segundo plano sino al mismo nivel por su complejidad técnica y lo impresionante de sus dos cámaras sepulcrales, todo en sí un conjunto majestuoso y misterioso. Desde aquí invito a todos los antequeranos y demás visitantes a conocer este gran monumento que tenemos la suerte de poder disfrutar.
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